¡Queridos hermanos del planeta Tierra! ¡SOY MELQUISEDEQUE!

Entendemos las dudas que hay en los corazones de muchos. Entendemos todas las preguntas que nos hacen. Entendemos que no comprendan por qué no actuamos en determinados aspectos.

No es necesario que se vuelva aquí a la historia de que todo lo que ocurre hoy en el planeta es resultado de lo que ustedes mismos han sembrado, de las energías que han compartido. Muchos insisten en repetir que no tienen ninguna culpa, que no han hecho nada, que no han contribuido en nada, que no han elegido nada de esto.

Entonces recuerdo lo siguiente. Efectivamente, puedo afirmar que muchos de ustedes hicieron poco. Y muchos hicieron mucho. Pero no olviden que todos ustedes están conectados, nadie está aislado en el planeta. Entonces, cuando alguien hace algo, planta algo que no debería, esto repercute en el Todo. Sería necesario que alguien, en el mismo instante, en el mismo momento, lanzará una energía contraria y de mayor poder que la que fue lanzada, para combatirla.

Y entonces preguntó: ¿Hacéis eso? Cuando os dais cuenta de que algo no está bien, ¿os unís en un solo pensamiento, en un solo corazón, para cambiarlo? No. La gran mayoría solo se queja, se indigna, se rebela, no lo acepta. Pero, ¿Qué hace para cambiarlo? Entonces muchos podrían responder: “Eso es. Eso es exactamente, solo soy capaz de hacer algo.”

Precisamente porque siempre piensas que estás solo, las cosas están como están. Aún no habéis comprendido el poder del Amor, el poder de la Luz. Un vaso con agua. El cuerpo comienza vacío; no fue creado con agua. Es un recipiente para contener cualquier líquido. Pero si echas una gota, cada vez que te acuerdes, ese vaso se irá llenando.

“Ah, pero el agua se evapora”. Pero no en la misma proporción, si decides llenar ese vaso. Si cada vez que te acuerdas, coges una gota y la echas en el vaso, llegará un momento en que estará lleno. No importa el tiempo que te lleve. Estarás llenando el vaso. ¿Alguien te ayudó? No fuiste tú solo, que cada vez que te acordabas, ibas y echabas una gota.

Así es todo en tu mundo. Si algo te molesta, si algo en tu concepción no está bien, emana Amor, emana Luz hacia eso. Envuelve la situación en Amor y Luz. Porque incluso solo, estás llenando el vaso, donde está esa situación. Tienes ese poder. Pero no, prefieres quejarte, indignarte; y lo peor, quieres que los demás tomen alguna medida. Esperas que los demás hagan algo. ¿Y tú qué estás haciendo?

Ese es el gran mal de la humanidad: siempre culpar al otro de todo lo que hay que hacer. “El otro lo hará por mí”. “Le pediré al otro que lo haga”. “El otro es el culpable”. El otro… lo es todo. ¿Y ustedes, qué sois? Nada. Según tu concepción, no tenéis que hacer nada. Pero no es así como funciona.

Cada uno es responsable de lo que piensa, de lo que hace y de cómo actúa. No será otra persona quien resuelva tu vida. No será otra persona quien te libre de tus problemas. Serás tú. Serás tú quien llene ese vaso de Amor y Luz y esa situación ya no te molestará.

“Ah, pero tengo que pensar en el Todo”. Tienes que pensar en el Todo cuando es algo que estás haciendo; cuando es algo que emanas; entonces tienes que tener cuidado de no lanzar al Todo algo que no sea bueno para el Todo. Ahora hay algo específico que te molesta. No es el otro, no es el Todo quien te quitará esta molestia. Eres tú mismo.

Entonces, toma esa situación, ponla en el vaso y échale gotas de Amor y Luz,

todo el tiempo. Porque esto estará curando esa rebelión, esa indignación, ese miedo, ese odio, de esa situación en ti. E indirectamente, estarás actuando en el Todo. Porque todo lo positivo que haces, todo lo iluminado y amoroso que haces, reverbera en el Todo. Y alguien recibirá tu energía y tendrá ganas de hacer lo mismo. Y si cada uno se contamina, muchos actuarán sobre ese mismo problema. Pero alguien tiene que dar el primer paso y ese alguien no es el otro.

Y aprendan otra cosa: todo lo que les molesta es porque resuena con algo que su alma recuerda, de lo contrario, eso sucedería y ustedes no sentirían nada. Serías consciente de que eso no es bueno, de que eso no está haciendo bien al Todo, pero no te molestaría. Ahora bien, si te molesta, si te causa incomodidad, entonces te digo, hermano mío, mira dentro de ti, porque hay algo que está resonando con alguna energía que está ahí dentro. Y ahí está el gran problema, porque ustedes creen que nada está en ustedes, siempre está en el otro.

Presten atención, hermanos míos. No se conecten con lo que ven ahí fuera. Porque les digo lo siguiente: de ahora en adelante, tendrán mucho por lo que indignarse; mucho por lo que rebelarse; mucho por lo que sufrir; si así lo eligen. Entonces, lo que está ahí fuera, está ahí fuera. No es vuestro. Si no habéis participado en la creación de eso, emanad Luz y Amor. Y si os molesta, ponedlo en el vaso y echad gotas de Amor y Luz. Pero, sobre todo, mirad hacia dentro y ved dónde está resonando eso. Esto es muy importante.

El otro, a menudo, es sólo un instrumento para traer algo que necesita ser visto en ti mismo. Y así, en cada punto, ustedes se van curando, evolucionando, y la Luz va tomando cada vez más control de ustedes. No esperen que hagamos algo. No esperen que el otro haga algo. No esperen que los demás hagan algo. La acción tendrá que ser suya.

Si lo consideras oportuno, reúne a un grupo y actuad juntos, mejor aún. Pero no esperes que nosotros, los Seres de Luz, nos ocupemos de los problemas del planeta. Los problemas del planeta los habéis creado ustedes; ocupaos ustedes de ellos. Cada uno a su manera. Cada uno con su conciencia. Cada uno aprendiendo de lo que le aflige.

Nuestra misión es mucho más grande que eso. Más que ocuparnos de las peleas, discusiones y desacuerdos de este mundo vuestro. Eso es cosa suya. Emanad Amor, emanad Luz, para cada uno de los problemas. Pero nunca sin antes analizar por qué ese problema os está afectando. Hay algo que debéis notar y tratar en ustedes mismos, primero.

Para el Código de Luz de hoy, dejo las siguientes frases:

“Necesito mirarme a mí mismo.

Necesito aceptar todo lo que he cometido.

Necesito comprender qué puedo corregir todo eso.

Solo emanando Amor y Luz; nunca juicios”.

Después de estas frases, di la siguiente palabra: ¡Malatênquinum! ¡Malatênquinum! ¡Malatênquinum!

Hermanos míos, no es momento de conectarse con nada externo. Es momento de mirar hacia dentro, de observarse a sí mismos, de comprender dónde cada uno de ustedes aún necesita cuidar.

Pero nunca olviden que, cuando algo externo les moleste, en cualquier grado, miren hacia dentro. Porque allí hay solo una pequeña Luz encendiéndose y diciéndoles: «Mírense a ustedes mismos y traten, dentro de ustedes, ese sentimiento». Crean en ello. Y, sobre todo, acéptalo.

Traducción: Kelly Neri

Revisión: Ana Maria Souza