¡Queridos hermanos y hermanas del planeta Tierra! ¡NOSOTROS SOMOS LOS ATLANTES!
Cada momento, cada segundo, dentro del tiempo lineal de la Tierra, el planeta avanza hacia la ascensión. Y con él, todos aquellos cuyos corazones están casi listos para llegar allí. Como diríamos en la Tercera Dimensión: «Ya casi hemos llegado. ¡Ya falta poco! No debemos perder la fuerza ni la esperanza».
Cada vez que tengas un momento de duda, un momento de cansancio, un momento de querer lanzarlo todo por los aires, mírate en un gran mar abierto, nadando, con una sola dirección: una pequeña isla que está justo delante de ti.
Al principio, no hay nada. Te asomas y no ves más que vegetación, arena, montañas, algunos animales caminando por la arena; un entorno muy familiar. Pero al principio te preguntas:? «¿Qué hago aquí, en medio del mar, nadando? ¿Por qué he elegido esto? ¿Para llegar a una isla parecida a todo lo que ya vivo o he vivido alguna vez?».
Pero tú estás ahí. En algún momento te zambulliste en el mar para encontrar esta isla. Y no, no ha sido solo un camino a nado. Te has detenido a veces, has repostado, te has alimentado. Y luego te has zambullido de nuevo, y has vuelto a nadar, creyendo que encontrarías esta isla. Y hoy, ya está en el horizonte.
Al menos no has perdido el rumbo; has encontrado la isla; te diriges hacia ella. Pero tiene un comportamiento extraño, porque parece que cuanto más nadas, más se aleja. Y al mismo tiempo, hay días en los que nadas con alegría, nadas con entusiasmo, y ella parece estar ahí mismo, a solo unas brazadas de distancia.
Así que yo diría que esto es el camino. Estás nadando hacia lo desconocido; hacia un mundo que imaginas, pero que ciertamente no sabes cómo es. Algunos de ustedes incluso habéis tenido algunas visiones; incluso tenéis mayores conocimientos, pero la gran mayoría no tiene ni idea.
Así que yo te diría lo siguiente: cada brazada merece la pena. Y cuando estás nadando y la isla parece alejarse, es porque has permitido que tu mente se llene de desánimo, cansancio y dudas. Esas preguntas que el ego empieza a hacerse: «¿Por qué te has metido en esto? ¿Mira dónde estás? Detente, deja que alguien te rescate. Vete a casa».
Sí, es el ego el que habla. Porque al ego no le gusta nada que sea nuevo y pueda ser peligroso. Le gusta la comodidad, la zona de confort, lo que ya conoce; todos los caminos, senderos que ya has recorrido y que tiene guardados.
Pero, ¿Qué te hizo saltar al agua? Podrías responder: «No lo recuerdo. Solo sé que quería saltar al agua; y empezar este camino para encontrar esta isla». ¡Interesante! ¿Fue una llamada del corazón? ¿Una llamada del alma? Te trae esa certeza: «Encontrarás esta isla. Y cuanto más creas en ella, más cerca estarás de ella».
Y eso es todo, hermanos míos. Estad tranquilos: estáis llegando. Y como ya se ha dicho, incluso los que no consigan pisar la isla habrán recorrido una larga distancia y no volverán a su punto de origen. Seguirán hacia otro orbe, en otra vida, pero con la certeza de que pasará mucho tiempo antes de que encuentren esa misma isla en cualquier lugar del universo.
Nada se pierde. La evolución de tu alma nunca se pierde. A menos que te des la vuelta y empieces a caminar en dirección contraria. Entonces no hay nada que hacer. Volverás casi al punto de origen, si quieres. No físicamente, pero energéticamente, lo pierdes todo.
Así que, ahora mismo, no es momento para el cansancio, no es momento para el desánimo, no es momento para tantas preguntas: «¿Qué he ganado con todo esto?». No dejes que hable tu ego, porque has ganado mucho. Has ganado conciencia, has ganado nuevos hábitos, nuevos pensamientos, nuevas actitudes, pronuncias las palabras de otra manera. ¿Estás seguro de que no has ganado nada? ¿O eres de los que necesitan algo tangible en lo que creer?
Por eso te digo que no tendrás nada tangible. Porque todo es sutil. Todo es energía. Todo es la fuerza del Amor, la fuerza de la Luz. No es palpable. No puedes tocarla, no puedes medirla. Sí, la puedes medir, en tu propia transformación. Así que mírate, pero mírate con los ojos del Amor. Y verás lo mucho que has cambiado, lo mucho que te has transformado, lo poco que te queda de ese ser que una vez fuiste.
Cuánto perdón, cuánto pedir, perdón. Y todos trajeron luz a su alma. Este es el momento. No te rindas, no te desanimes. Todo parece tranquilo, pero todo está en ebullición de cambio.
La ebullición de un líquido provoca el movimiento caótico de las moléculas, que se convierten en vapor. Tú estás dentro de este líquido en ebullición. No dentro de los conceptos de la Tierra que quema, duele, lástima, sino dentro de un movimiento hirviente de energía. Y tú estás ahí dentro, siendo apretado, contorsionado, tirado, estirado; todos los movimientos.
No, no os convertiréis en vapor; pero sí en seres sutiles, aptos para la Quinta Dimensión. ¿Queréis perderos este espectáculo? ¿Queréis perder todo lo que ya habéis nadado? ¿Vais a tirar por la borda tantos años de dedicación, de entrega, de aprendizaje, solo porque la isla va y viene? Pero la isla ya la ves. ¿Aún no la ves? Pues créeme, muchos de ustedes ya la veis. Continúa tu camino y tú también la verás.
Así, hermanos míos, es como se producirá el ascenso. No te pierdas ni una brazada en tú nado. Cada una te acerca más al momento. Cada una aumenta tu cociente de Luz. Y el mar está agitado, sí. Es como dije, está hirviendo, está hirviendo. ¿Te cansa nadar? Detente. Relájate. Sabes que no te ahogarás ni te hundirás. Solo tienes que creer en tu corazón y flotarás durante largas horas, descansando, tomando aliento, cogiendo fuerzas para las siguientes brazadas.
No te desanimes, no te rindas. Y lo has conseguido.
Para el Código de Luz de hoy, os dejo con las siguientes frases:
«El camino está lleno de obstáculos.
El camino está lleno de sorpresas.
Pero ¿adónde quiero ir?
Sin duda, a mi evolución».
Después de estas frases, di la siguiente palabra:
¡Matemprópetum! ¡Matemprópetum! ¡Matemprópetum!
Una palabra difícil, ¿no? Pero cada sílaba tiene un quántum de energía. No son palabras que tengan sentido para ti. Son palabras que unen energías en cada sílaba. Y la fuerza de la energía formada corresponde a nuestra fuerza, a nuestro regalo, a cada uno de ustedes que está siguiendo los Códigos de Luz, para su propio camino, para su ascensión.
No intentes entenderlo. Solamente diga con el corazón. Y activarás nuestra energía: la energía de los Atlantes. Una energía poderosa que pronto llegarás a conocer.
Traducción: Kely Neri
Revisión: Regiani Maria Bugalho
