¡Queridos hermanos y hermanas del planeta Tierra! ¡YO SOY ADAMA!
Vengo aquí con el corazón lleno de alegría por poder hablarles una vez más. Estamos todos unidos en pensamiento y corazón, cuidando de cada uno que cree en nuestra existencia. No hemos abandonado a los demás. Ellos también están siendo protegidos. Pero en este momento necesitamos dar todo el apoyo y protección a aquellos que formarán parte del proceso; aquellos que son necesarios para el proceso.
Es la energía de cada uno de ustedes, es el amor en el corazón de cada uno de ustedes, lo que está llevando adelante este proceso de ascensión de este planeta. Sí, hay una determinación de Dios Padre/Madre, pero vuestra fuerza y corazón os está haciendo participar en el proceso, de lo contrario ni siquiera estaríais en él; como muchos en este planeta.
Podemos asociar la ascensión de Gaia con una gran nave. En la que aquellos que comiencen a vaciar sus corazones de ego, miedo, malicia, venganza, todos esos malos sentimientos que has sentido y aún sientes, pero de los que eres consciente y ahora intentas no emanar, todos tendrán derecho a esta nave. No, no estoy diciendo que será una nave. Te estoy dando un ejemplo.
Entonces tendrán un pasaporte para entrar en esta nave. Y esta nave representará la ascensión de Gaia. Esta nave es lo suficientemente grande como para albergar a todos los habitantes del planeta. Si todos los habitantes estuvieran listos para la ascensión. Pero sabes que ese no es el caso. Así que los espacios están vacíos. Las sillas están vacías. Porque muchos no quieren ver. Muchos no quieren saber, muchos tienen miedo de saber. Y ciertamente perderán sus asientos en esta gran nave de la ascensión.
Aquellos que están creyendo, que están haciendo todo lo posible para evolucionar, que están confiando en todo lo que se está diciendo, ya tienen garantizado un asiento en esta gran nave. Solo tienes que seguir adelante, sólo tienes que continuar en tu viaje de evolución y limpieza. Y sobre todo, llena tu corazón de amor incondicional.
No temáis, hermanos míos. Pasamos por esto en la caída de Lemuria. Sobrevivimos y seguimos aquí hoy. Sepan que están protegidos por todos nosotros. Digamos que todas las semillas estelares que están en el planeta ahora mismo son el combustible para que esta nave despegue. Aunque no hubiera ninguno de ustedes, la nave despegaría, pero con gran dificultad, porque necesita vuestra energía para poner en marcha el Nuevo Mundo en este planeta.
Así que no tengáis miedo, no perdáis la fe, no perdáis el corazón, no perdáis la esperanza. Todos y cada uno de nosotros estamos contigo. En pensamiento, en corazón y en acción. Todo sucederá en el momento oportuno, ni antes ni después. Comprendemos tu ansiedad. Y sepan que también hay ansiedad de nuestra parte, porque queremos verlos a todos ustedes ya en la Quinta Dimensión. Pero el camino aún es largo, aún quedan muchas etapas por cumplir. Pero quien ya esté en el camino y siga adelante, creyendo y confiando, sin duda llegará. Pase lo que pase.
Seguirán pasando muchas cosas. No serán solo cosas malas. También pasarán muchas cosas buenas. Pero el planeta necesita ser limpiado. Y es este proceso por el que todos tendréis que pasar, comprender y aceptar en vuestros corazones. Será un proceso difícil, porque os aferráis a la muerte como algo que acaba con todo. Pero nosotros no vemos la muerte de esta manera, porque solo vemos el alma, no vemos el cuerpo.
El cuerpo es solo una ropa lo que vemos es el alma. Y yo diría que las almas cambiarán de ropa, cambiarán de casa, pero seguirán viviendo, seguirán viviendo en otros mundos, en otros planetas, siguiendo el camino de la evolución. No les pasará nada. Por eso, piensen siempre que esos hermanos y hermanas que se irán son los que hoy no están preparados para la Quinta Dimensión. Son aquellos que todavía tienen un largo camino por recorrer. Y que un día pasarán por lo que ustedes están pasando ahora.
Créanme, hermanos míos, todo saldrá bien. Todo ya se ha solucionado. Gaia evolucionará. O mejor dicho, Gaia ya ha evolucionado.
Traducción: Kelly Neri
Revisión: Regiani M. Bugalho