¡Queridos hermanos y hermanas del planeta Tierra! ¡YO SOY ADAMA!
Traigo a cada uno de ustedes mucha gratitud, mucho Amor, mucha Luz.
Tiempos difíciles, ¿No? Pero todo es necesario para el aprendizaje y la evolución. Estos tampoco han sido tiempos fáciles para nuestra gente. Fueron tiempos muy difíciles. Pero aprendimos la lección. Y ustedes también lo harán.
Cualquiera que tenga un corazón puro y esté dispuesto a evolucionar aprenderá todas las lecciones aplicadas.
Siempre debes tener un corazón abierto; un corazón lleno de Amor y Luz, antes de mirar cualquier problema. Cuando miras el problema con la mente, se vuelve inmenso; parece un animal queriendo devorarte. Y entonces viene el miedo, la angustia y, sobre todo, todas esas ideas de que todo saldrá mal, de que no serás capaz de superarlo.
Todo ello se debe a que se le mira con la mente. Se le mira desde la perspectiva de su mundo, de su sociedad y de las normas que se le imponen. Cuando esto ocurre, las soluciones nunca aparecen. Todos los problemas hay que mirarlos desde el corazón. Tienes que preguntarte qué es lo que el problema está tratando de mostrarte; ¿qué enseñanza viene con él?
Al llenar tu corazón de Luz, al llenar tu mente de Luz, se volverá pequeño, se volverá fácil de resolver, se volverá simple; casi como por arte de magia. Incluso cuando el problema involucra a otras personas, puedes convertirlo en un problema pequeño. Porque cuando lo miras con Amor, todo este Amor que estás transmitiendo llega a las personas implicadas. Y no hay arma más poderosa para destruir cualquier sentimiento, sea cual sea, que el Amor.
Así que emana mucho Amor, siempre. En cualquier situación. Solo así podrás destruir todo lo que venga que no sea Amor. Incluso sí involucra a otras personas. Entiende, no emanes Amor hacia la gente; no tienes que hacerlo. Emana Amor hacia el problema. Y este Amor emanado se multiplica en Luz, en acciones, en sabiduría, y reverbera hacia quienquiera que esté involucrado.
Así que no te preocupes. No mires el problema en el futuro. Míralo siempre ahora, aquí. Envuelve el problema en mucho Amor. Y eso es todo, disminuye el poder que tiene. Porque el Amor tiene la capacidad de hacerlo diminuto, casi impotente. Haz eso. Mira el problema con mucho Amor. Y no te olvides de preguntar qué te está enseñando. No te preocupes por los demás. Cada uno tendrá su propia lección.
Lo importante es cómo te afectará el problema. Así que míralo con amor. Con mucho Amor. Y de repente verás que todo empieza a cambiar; que las cosas empiezan a moverse de otra manera, a tomar otro sentido, otro camino, casi al instante. Pero si tardas un poco, no te rindas. Sigue mirando el problema con Amor.
A veces se necesita una cuota un poco mayor para que sea efectivamente solucionable. O simplemente extinguirlo. ¿Quién sabe? Este es el camino. No hay otro camino. Si miras el problema con la mente, solo se hace más grande. E indirectamente das fuerza a los implicados para que también aumenten el problema.
Así que tienes que sacarle fuerza. Para que puedas resolverlo. Para que puedas mirarlo y entenderlo. Porque nada ocurre por casualidad. Nada viene de la nada. Todo tiene una razón. Incluso si es un problema que viene de otras personas y te involucra de alguna manera, hay una lección en él para ti.
Averigua de qué se trata. Intenta identificar qué necesitas aprender de ello. Y ten por seguro que todo pasa. Especialmente cuando el Amor está involucrado. Nada permanece, contrario a las leyes del Amor. Haz esto con cada problema que surja.
Y verás como te vuelves cada vez más fuerte y preparado para afrontar cualquier desafío.
Traducción: Kelly Neri
Revisión: Regiani M. Bugalho