¡Amados hijos e hijas! ¡YO SOY LA MADRE MARÍA!
Ustedes dan cuenta de que todo lo que se está diciendo aquí no es nada nuevo. Pero muchos seguís atascados en sus materiales. Todavía están atascados. Reconocedlo. Esta es una gran dificultad. Así que, queridos hijos e hijas, conocéis mi historia, pero no sabéis lo que sentí en el momento del fallecimiento de mi hijo.
Cuando dijo: “Querida madre, yo no estoy clavado aquí en esta cruz. Eres tú quien me sujeta a esta cruz. Esta es tu mirada, mamá. Esto es lo que ves, esto es lo que todos quieren que veas. Esto, mamá, es lo que todos siguen viendo hasta el día de hoy. Muchos de los que están aquí están atados a una cruz. ¿Y qué es la cruz? Dos pedazos de madera clavados juntos. Nada más. Pero el significado que se pone ahí es la diferencia. ¿Y qué significado le da cada uno a los aspectos que tiene?
Esas fueron las palabras de mi hijo. Y tuve que desprenderme de todos los aspectos por los que había pasado. Pero dos días después, estábamos sentados; él, yo, los hermanos y algunos seres. Cada uno de nosotros pudo tocarle y nos mostró lo que me había dicho; lo que cada uno de nosotros construye; lo que cada uno de nosotros quiere tomar para sí.
Este camino en el que están todos aquí tiene que cambiar. Muchas advertencias, mucha información, ya han llegado a todos ustedes aquí. En varios momentos. Pero muchos de los que están aquí son sordos, ciegos, incapaces de hablar. Hay una apariencia. Sin duda están aquí porque hay un propósito, pero este camino debe ser interno para cada uno de ustedes. ¿Cuál es la lección que se lleva cada uno? Cuál fue la lección que yo me llevé, que tuve que continuar mi camino, con persecución.
Todo lo que se decía de Jesús pereció. Fue apedreado. Lo mataron. Todo lo que puedas imaginar. Pero estos seres volvieron en otras vidas más fuertes. Y en la continuidad de todo el proceso. Cuando dejé la Tierra y pasé al plano de la Quinta Dimensión, me di cuenta de que muchas de las cosas que me frenaban eran mis apariencias, mis creencias y lo que yo creaba. Estaba atada a una serie de procesos que no me permitían crecer.
Lo que ocurre hoy, hijos e hijas, lo que se os dice una vez más. El trabajo del silencio. Escuchar con el corazón. Soltad vuestras ataduras. Transformad vuestros hogares con otras energías. Muchos seres se van, pero no tenéis ni idea de cómo está siendo recibido cada uno de ellos. Pero llegará un momento en que cada uno de ellos tendrá que pasar por el proceso de comprender lo que ha sucedido.
Muchos de los que están aquí también pasarán por este proceso. Pero tienes la oportunidad aquí y ahora de hacer una elección y vivir sin tener que morir. Deja ir. Lo que no quieras conservar te será quitado de las manos. Todo lo que necesitas no son cosas materiales, porque se pueden cambiar. Pero todo lo que necesitas está constantemente dentro de tu corazón. Y es ahí, en el armario de la vida, donde podrás poner los instrumentos dinámicos de la vida misma, para tu propio camino. Y puedes estar seguro de que es un camino sin retorno.
Los que seáis complacientes, prestad atención. Prestad atención. Porque podríais salir de aquí y mañana, ante el primer reto, olvidar todo lo que habéis aprendido. Y sepan, niños, que todos aquí son responsables de crear todo lo que está sucediendo. Porque a menudo dicen: “Vivo en lo alto de la colina y no me pasará nada”. Y cuando menos se lo espera, el primer lugar al que va es colina abajo. Ella puede o no estar allí.
Ha llegado el momento, hijos e hijas, de prestar total atención a vuestras vidas. De vivir el aquí y el ahora, afrontando el reto que a cada uno os corresponde, para que se produzca en vuestra vida la transformación necesaria. Y sabed, sabed de verdad, que el desapego será la mayor herramienta que cada uno de ustedes construirá. Porque cuando liberéis todas estas energías, encontraréis Luz, mucha Luz.
Y todos estaremos juntos. Cada uno viviendo su propio aspecto y su propia energía. Pero, mis amados hijos e hijas, el tiempo es cada vez más corto. Cada vez más corto. Permaneced en la Luz. Permaneced en la paz.
Traducción: Kelly Neri
Revisión: Regiani M. Bugalho
