¡Queridos hermanos y hermanas del planeta Tierra! ¡YO SOY LANTO!
Siempre que puedo estar aquí con ustedes, busco a través de los muchos eones de existencia algo que pueda traer para ayudaros en este gran camino.
Esta vez, curiosamente, no traigo nada; nada físico, nada que pueda darles como regalo. Pero, por supuesto, me aseguraré de transmitirte algo que sea importante en este camino.
Imagínate frente a una pequeña cueva. No es grande y no hay entradas ocultas en su interior. Es solo una pequeña cueva. Entra y siéntate. Una cueva ordinaria. Nada especial.
Ahora cierra los ojos. Haz la conexión con el planeta. Y quédate ahí, respirando con calma, en este momento. Respira profunda y calmadamente. Déjame guiarte a través de todo el proceso. No te preocupes, va a ser rápido e intenso, y de verdad, con muchos resultados.
Siente ahora una calidez. No, no tengas la curiosidad de abrir los ojos; solo siente un calor. Este calor viene de la cueva, sí, porque he impregnado esta cueva completamente con Luz Dorada-Amarilla. Y está reflejando toda esta Luz sobre ustedes, sobre todos y cada uno de ustedes.
Ahora, en este momento, esta cueva está brillando. Tiene el color del oro. Y brilla, un espléndido color dorado. Y toda esta energía, todo este calor, que está siendo emanado por esta cueva, está penetrando en el aura, en el alma y en el cuerpo de cada uno de ustedes.
Recordando a vuestras células que sois seres prósperos y abundantes. Y que todo lo que os impide tener todo esto puede ser destruido, puede ser eliminado; ya no necesita ser alimentado.
No, no abráis los ojos. Quizás no veas nada. Quédate, dentro de este clima, de este calor que la cueva emana hacia ti.
Esto es un pequeño ejercicio, un pequeño ritual. Cuando te apetezca, no necesitas que te lleve. Solo llámame y pídeme: «Lanto, llévame a la Cueva Dorada». Siéntate en ella y deja que suceda. Y todo se repetirá exactamente como hasta ahora.
Para el Código de Luz de hoy, te dejo con las siguientes frases:
«Soy un ser abundante y próspero.
Todo me llega fácilmente.
Creo en mi prosperidad.
Y estoy seguro de que me llegará en abundancia».
Después de estas frases, di tres veces la siguiente palabra:
¡Parcepátum! ¡Parcepátum! ¡Parcepátum!
Y recuerden, hermanos y hermanas, que la imaginación es poderosa. Pero lo que realmente hace que suceda es la entrega, es el corazón, es vivir el momento. No sean tan materialistas. Ríndete a tus sueños, a tu imaginación, a lo que no conoces. Y seguro que tendrás muchos momentos interesantes.
Traducción: Regiani M. Bugalho
Revisión: Ana Maria Souza
