¡Queridos hijos e hijas de este hermoso planeta Tierra! ¡YO SOY MARÍA!
Estar hoy aquí de nuevo con ustedes es un motivo de mucha alegría, mucho, mucho, mucho amor en mi corazón. Todo se está transformando, tu conciencia está despertando. Muchos de ustedes se encuentran en medio de un torbellino, en medio de un huracán, en medio de un tornado, de emociones y eventos. No será fácil para muchos pasar por todo esto. Para muchos parece que con cada parpadeo cae un problema sobre la mesa. Uno más, entre tantos otros, por resolver. ¿Y cómo se resuelve?
Con amor, tomando ese problema como algo esencial para tu aprendizaje, para tu camino. Mira el problema y ponle flores, dibuja estrellas alrededor, échale perfume. Esto parece un poco extraño, pero te digo que esto cambia la energía del problema. Ese problema que era extremadamente feo, maloliente, pesado, se convierte en algo hermoso, fragante, ligero, porque lo decoraste con cosas hermosas, le quitaste la carga negativa de energía que había en él, por eso era un problema.
Así que es inútil que quieras resolver todos los problemas a la vez, cada uno tiene una cara, cada uno tiene un peso, cada uno tiene una forma de ser resuelto. Así que tómalas de una en una. Ah, y no tiene sentido coger el que está en el fondo de la pila, porque hará que los demás se derrumben y se forme un lío aún mayor, donde los problemas más recientes acabarán en el fondo. Así que coge los de arriba. “Ah, pero si siempre tomo los de arriba, nunca llegaré a los de abajo porque siempre aparecen nuevos problemas”.
Sí, esa es una forma de verlo, pero yo digo que si empiezas a mirar cada problema de forma amorosa, empiezan a resolverse solos, incluso causando extrañeza en ti. Pruébalo. No te quejes, no te quejes, no maldigas, no maldigas. Míralo con amor, deja que se vea hermoso frente a ti y verás con qué facilidad se resuelve y sale de ese enorme montón y así lo haces con cada uno. Resuelve uno a la vez.
De nada sirve que cojas uno, cojas otro, cojas otro, cojas otro, porque no vas a resolver ninguno. ¿A cuál le prestas atención? ¿Todos ellos, al mismo tiempo? Es difícil. Porque tienes que centrarte en lo que haces. Así que las tomas de una en una. Haz una lista de los problemas que vas a atacar. Ataca uno, y mientras esperas a que se resuelva uno, puedes coger otro, y así sucesivamente. Y a medida que se vayan solucionando, las darás por cerradas. Pero no las abras todas a la vez, no tienes que esperar a que se solucione una para iniciar otra. Pero mientras actúas, actúa en una sola.
Ponerle foco, ponerle amor, ponerle un perfume, ponerle flores y ese problema se resolverá rápidamente. Y luego, mientras esperas a que esa siembra que has hecho, puedas coger otra, porque tendrás toda tu atención puesta en ella, mientras esperas a que la otra brote para cosecharla.
Hijos e hijas míos, los problemas no son insuperables, los problemas no son insolubles. A menudo las soluciones no son de su agrado. A menudo, la solución está dando saltos, saltando delante de ti, haciendo un montón de monerías para que lo veas. Pero no te gusta mucho, así que le das la espalda y buscas la solución en otra parte. Desgraciadamente, no conseguirás nada, porque la solución está ahí. Pero para que puedas vivir esa solución, tendrás que cambiar algo en tu vida o en ti mismo. Ah, es complicado, ¿no? Muy complicado.
¿Cambiar? Eso es algo muy difícil para ti. Pero repito, cada problema es exactamente el resultado de acciones y comportamientos que has hecho mal, que te han llevado a ese problema. Así que la solución es cambiar tu forma de ser, cambiar tu entorno, cambiar tu forma de caminar. Y te digo algo: muchas veces miras la solución y dices: “Oh, eso sería muy difícil de conseguir para mí. Ahí es donde terminas el proceso, porque empiezas diciendo que no vas a tener éxito. Así que, cuando encuentres la solución extremadamente difícil, ponle amor, ponle flores y perfume, y verás qué rápido y fácil aparece la solución ante ti. Porque pondrás energías positivas en ello y el propio universo lo hará realidad.
Aprended esto, hijos míos: todo problema tiene solución. Y la solución es fácil, lo único que hay que hacer es tratar todo con Amor. Míralo todo como un proceso de aprendizaje, sin ego. Acepta tus errores y verás cómo todo se soluciona rápidamente. Hay gente que me pregunta: ¿Y cuándo el problema afecta a otras personas? ¿Cuándo el problema son los demás? Entonces reconozco que es más difícil, pero no es imposible. ¿Qué tendrás que hacer? Envuelve a la persona enamorada. Tirarles flores… por favor, mentalmente, ¿no? Si no, pensará que quieres que se muera. Échale perfume, como hiciste con el problema. ¿Ella no es el problema? Entonces actúa como tal. Piensa en ella y lanza hermosas flores, echa perfume y envuélvela en amor; y como por arte de magia, esa persona dejará de ser un problema, porque la solución llegará.
Todo, todo mis hijos e hijas, tiene que ser afrontado con amor, tiene que ser afrontado con alegría, no con ira, no como una carga. Hay que arrojar energía positiva a todos los problemas y se resolverán solos. Porque le has quitado la carga negativa y sin esta carga ningún problema puede sobrevivir. Los problemas son el resultado de las cargas negativas que llevas, son el resultado de las emociones negativas que llevas, y generan estos resultados.
Así que hijos e hijas míos, mirad todo con amor, sea lo que sea, sea el problema que sea; llenadlo de amor. Afronta los problemas con alegría, sí con alegría, porque sabes que al resolver ese problema habrás aprendido una lección y eso te hará evolucionar. ¿No es eso un motivo de alegría? Por supuesto que sí. No importa lo difícil que sea el problema, míralo como un activador para tu evolución, como un catalizador para tu evolución. Míralo como algo que te está enseñando a evolucionar y verás cómo se resuelve solo. Mientras veas los problemas como problemas, nada se resuelve, nada avanza, todo sigue igual. Y esa pila se hace más grande cada día porque no se puede resolver ningún problema, por lo que los problemas solo se hacen más grandes.
Míralos con amor, a cada uno de ellos, y entonces me dirás: “¡Sí, mamá, lo hice! Y ya sabía que lo conseguirías. Todo, hijos míos, tiene que tener amor de por medio. Cuando hay amor, no hay problemas, ni obstáculos, ni malos sentimientos, solo hay paz y equilibrio.