¡Queridos hijos e hijas del planeta Tierra! ¡SOY MARÍA!
Es con gran alegría que vengo hoy aquí para traeros todo mi amor, toda mi paz, todos los sentimientos que necesitáis en este momento, para traeros equilibrio. Reconozco, de hecho todos reconocemos, que la mayor parte del tiempo hemos sido repetitivos, siempre decimos las mismas cosas. Pero, ¿qué sentido tiene? Es para que aprendas.
A una lección que se da una sola vez, no le prestas mucha atención. Pero cuando se repite una y otra vez, empiezas a pensar que debe tener alguna importancia y empiezas a prestarle atención. A lo largo de la existencia de la humanidad en este planeta, mucho se ha puesto en sus almas desde hace mucho tiempo. Puestas en el sentido del aprendizaje, en el sentido de la evolución, del amor incondicional, cuando este planeta todavía era un planeta dorado, un planeta evolucionado, pero con la caída de la conciencia, ustedes empezaron a vibrar otros sentimientos y como por arte de magia olvidaron todo lo que sabían; porque les pareció interesante involucrarse con nuevos sentimientos, para salir de ese sentimiento de plenitud que tenían debido a su conexión total con Dios Padre/Madre. Eligieron experimentar escasez, eligieron experimentar dolor, eligieron experimentar sufrimiento, pero desgraciadamente, no se dieron cuenta de que esos sentimientos provenían de aquellos que tenían el poder, que tenían las herramientas para provocar esos sentimientos en ellos.
Y así sus almas siguieron viviendo, aumentando cada vez más la cuota de malos sentimientos, dolor y sufrimiento en sus caminos. Por supuesto, también practicaban el bien, practicaban el amor, pero en dosis mucho menores que esos otros sentimientos. Y eso acumuló los egregores en este planeta, los egregores del dolor y del sufrimiento, de la escasez, de la violencia, porque eso es todo lo que emanaste y lo seguís emanando hoy.
Entonces, ¿qué hemos estado diciendo últimamente? Volveros hacia dentro, empezad a miraros a ustedes mismos, dejad de depender de los demás. Os han enseñado a no miraros a ustedes mismos. Así que si juzgas, la mayoría de las veces juzgas al otro. Si criticáis, la mayoría de las veces criticáis al otro. Si cometes un acto malicioso, prácticamente siempre, será contra la otra persona. Así que has sido orientado, acostumbrado y planificado para mirar siempre a la otra persona como si tú no existieras. No tienes importancia, ni poder, no tienes nada; sólo miras al otro.
Así que envidias al otro, codicias lo que es del otro, dependes del otro, dependes de la opinión del otro. ¿Qué eres tú? Una ameba, la partícula más baja que conoces, ¿qué eres? ¿Una masa que se mueve, come, bebe, pero no piensa? ¿Qué sois, marionetas, totalmente manipuladas por los demás? Miraos. Vayan al espejo y mírense, pero no se miren con desdén, no se miren juzgándose, no se miren criticándose. Si lo que veis no os gusta, es producto de su alma. La belleza es un concepto creado para inferiorizar. Nadie es bello, nadie es feo; tú eres el espejo de tu alma.
Cuanto más se parezcan sus almas a las de los humanos de este planeta, más bellos seréis. Cuanto más se diferencien sus almas de los humanos, más extraños pareceréis, porque su alma no puede crear algo tan perfecto, pero eso está en vuestro concepto. Así que te miras al espejo y te maldices: “¡Mira qué feo soy!”. ¿Por qué? Eres un producto divino, tu cuerpo es una máquina perfecta creada por Dios Padre/Madre; una máquina autónoma que no depende de nadie para estar viva, sólo de la energía de la Chispa Divina que está en tu corazón.
Entonces, ¿por qué tanta crítica, por qué tanto autodesprecio? ¿Quién te impuso la belleza? ¿Quién te ha dicho que “A o B” es más bello que tú? Los que tienen interés en pauperizar lo que a su juicio no es bello, en fomentar las adicciones para conseguir un cuerpo perfecto, en fomentar el sexo haciendo de ese cuerpo un objeto de deseo. ¿Quién ha fomentado esto? Pero os dejasteis llevar por todo ello, todo os pareció interesante; y lo buscáis, lo ansiáis, corréis tras él, hacéis lo que haga falta para alcanzar ese nivel de belleza. ¿Qué belleza? ¿Qué es la belleza? Algo imaginario, algo subjetivo, no algo real, porque puedes ser bello hoy y mañana, por un desliz del destino, perder tu belleza. ¿Y entonces qué hará? ¿Suicidarte porque no soportas verte tan feo?
Así que la belleza es sólo uno de los aspectos que te has acostumbrado a comparar con el otro. Así que siempre tenemos que hablar del otro. ¿Qué dijo mi hijo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”? ¿Cumples esta regla? Ustedes sí aman a su prójimo, pero aman con exigencias, aman con dependencia, aman con sometimiento, aman desesperadamente, aman sin equilibrio, ¿por qué? Porque no os amáis. Entonces no saben aplicar esta frase que dijo mi hijo, porque siempre tiene que estar involucrado el otro.
Cada uno de ustedes es una máquina de poder, una máquina perfecta. Si sabéis utilizar bien esta máquina, no tenéis ni idea de lo que sois capaces. Pero os han enseñado a ponerlo todo en el otro. ¿Para qué? Para quitarte ese poder, para que nunca te creas capaz de nada. Así que siempre necesitas la opinión del otro, necesitas el argumento del otro, necesitas que el otro te diga lo que tienes que hacer, necesitas que el otro acepte lo que vas a hacer, ¿por qué? Porque no te crees capaz de tomar tu propia decisión, tienes que ser aceptado por la otra persona, así que quieres seguir su opinión para caerle bien, aunque su opinión sea totalmente errónea. Pero le seguirás, porque quieres seguir a alguien, no quieres estar solo entre tanta gente.
¿Por qué te necesitas? Tenéis una Chispa Divina, tenéis la Chispa de mi hijo en su corazón, tenéis la Chispa de cada uno de nosotros que dejáis entrar en su corazones. Entonces, ¿por qué buscar al otro, por qué buscar la opinión del otro, si tenéis todo un consejo dentro de su corazones? Es como si estuvieras en el centro de un gran auditorio, donde varios Seres de Luz están sentados y tú te sientas allí en el medio y haces una pregunta. Y todos, o algunos, o algunos te darán una respuesta, pero tienes que creerla. Muchos de ustedes decís: “¡Oh, pregunto y no oigo nada!”. ¿Por qué? Porque no os lo creéis, no pensáis escuchar a nadie. Así que preferís escuchar a la otra persona, porque está ahí, la oís con el oído, así que es más fuerte y tangible para ustedes.
Así que te digo: mientras no nos escuches, tu mundo seguirá siendo como es, porque propagas las opiniones de los demás, no las tuyas. Por otra parte, propagar la opinión ajena es tener la justificación de que si cometes un error… “¡Oh, lo hice porque él también lo hizo!”. No fue tu culpa, lo hiciste porque él lo hizo. ¿Es eso un argumento? Obviamente no, lo hiciste porque quisiste, no eches tu decisión sobre la otra persona. Así que mientras no mires hacia dentro, mientras no nos veas y escuches, tu mundo seguirá como está, nada cambiará.
Hasta que llegue el día en que todo pasará y aquellos que realmente confiaron en sí mismos, confiaron en nosotros, ascenderán. Y el resto que depende totalmente de la opinión de los demás, porque no se creen capaces, porque no creen, porque no sienten, porque no oyen, porque no ven, y varias otras razones, seguirán en el mismo lugar. La Quinta Dimensión es corazón, la Quinta Dimensión es amor, la Quinta Dimensión es confianza, es fe, la Quinta Dimensión eres tú asumiendo el poder que tienes.
Terminaré mis palabras dejando una pregunta para reflexionar: Si sois el producto de Dios Padre/Madre, ¿qué sois? ¿Copias exactas de su poder o son otra cosa?
Traducción: Ana Maria Souza
Revisión: Regiane Maria Bugalho
