Esta meditación debe hacerse acostada, en total relajación. Y les aconsejo a cada uno de ustedes que, en los próximos días, tomen mucha agua, para que puedan eliminar todo lo que están limpiando en sus Almas y en sus cuerpos.
Estás acostado en el suelo de Gaia. Mantenga las manos alineadas con el cuerpo. Estás en un terreno plano; acostado sobre una hierba verde y fresca. De tu cuerpo, de la cabeza a los pies, saldrán raíces que penetran en el suelo de Gaia. No, no serán raíces iluminadas, serán raíces muy oscuras, porque estarán drenando de los cuerpos, de las mentes, de ti, todo lo que necesita ser expandido, para que sea entendido.
Es como si esa niebla del tiempo, el polvo, toda la época, que estas acciones estuvieran vigiladas, se hiciera una limpieza para que cada uno se exponga exactamente como es. Así que a través de estas raíces salen toda la suciedad, todo lo que las obstruye, las escondió, las enterró, para que se vean claramente, sin duda. Vas a estar en esta posición por un minuto. Ahora, por estas mismas raíces, que una vez fueron oscuras, te darás cuenta de que una energía iluminada se elevará a través de ellas; es la energía de Gaia, que te trae la fuerza y la energía necesarias; la inteligencia, la sabiduría para saber cómo lidiar con cada uno de ellos.
Permanezca en esta carga de energía durante otro 1 minuto. Ahora tu cuerpo está iluminado y lleno de luz.
Sé agradecido por lo que recibiste de Gaia. Y sé plenamente consciente de todo lo que vivirás. Respira hondo varias veces. Y para volver a tu mundo, simplemente mírate acostado donde estabas, y luego abre los ojos.