¡Queridos hijos del planeta Tierra! ¡SOY SAINT GERMAIN!
Traeros regalos es algo que nos produce una gran alegría, pero al mismo tiempo siempre tenemos que tener mucho cuidado, porque la forma de recibirlos no siempre es la correcta.
Es importante recordar siempre: no resolvemos nada; no aportamos nada; no eliminamos nada. Si, cuando te damos regalos, algunas cosas empiezan a resolverse, a funcionar por sí solas, no fue el regalo el que lo causó, fue la combinación de la energía que trajimos con tu propia energía. Así que no pongas toda la gloria en los regalos. Tú eres la causa. Confía, ten fe, la certeza de que allí hay una energía de altísima vibración que te ayudará a conseguir lo que quieres. Pero recuerda siempre que lo que quieres es bueno para ti y para el Todo.
Te has acostumbrado a poner toda tu fuerza, toda tu certeza de la solución de cada problema en imágenes, objetos y rituales, como si no necesitaras hacer nada. Pones la petición ahí y la pones en nuestras manos; le das a ese objeto; le das a esa imagen la solución al problema. Y no tienes que hacer nada. Sólo esperar, y siempre quejarte cuando no llega.
Así que siento decirte que nada ocurre sin tu intervención. Nada ocurre sin tu dedicación. Nada ocurre si tú no quieres. Supongamos que vas a hacer un pastel y te olvidas de añadirle levadura. ¿Qué ocurrirá? El bollo será pequeño, del mismo tamaño que la masa que creaste; estará seco, será feo, por así decirlo, porque no le pusiste lo que lo hace crecer; lo que lo hace suave, esponjoso, sabroso, que es la levadura.
Así que, del mismo modo, tienes que poner tu fe, tu confianza, tu certeza en lo que estás haciendo. No tienes que echarnos en cara lo que quieres o cualquier otra cosa. Tienes que desearlo, pero tienes que desearlo con todo tu corazón. Y lo más importante, el deseo de algo que sea bueno para ti y para el Todo. No puede haber egoísmo. No puede haber sólo “yo”; “¡Esto es bueno para mí!”. No, tiene que ser bueno para ti y para el Todo.
Así que acepta nuestros regalos, sí, por supuesto, pero acéptalos como una pizca extra de levadura; no son ellos los que hacen que el bollo suba. Eres tú quien hace que el bollo suba. Y cuando nuestra energía se encuentra con tu energía, ah, e damos la oportunidad de mejorar la masa, de hacer algo más sabroso. Pero si no añades levadura, nuestra fuerza no te ayudará, el bollo no subirá. ¿Lo entiendes? Nuestra fuerza, nuestros regalos, trabajan junto con tu fuerza, junto con tu energía. Digamos que nuestros regalos amplifican tu energía. Y si no hay energía de tu parte, no pasa nada, ese don no tiene función.
Deja de ponerlo todo en nuestras manos para que lo solucionemos. No existe tal cosa, porque no podemos interferir en tu libre albedrío ni en tu camino. Pero si pides algo que es bueno para ti y para el Todo, y pides nuestra ayuda, y realmente vemos que estás comprometido con ello, te ayudamos, amplificamos tu energía para que suceda.
No somos nosotros los que hacemos que suceda; es tu energía la que ha provocado la reacción. Podemos decir que sólo catalizamos el proceso. Querer algo significa quererlo con el corazón; significa tener el corazón lleno de alegría, lleno de Luz, lleno de risa, por lo que estás pidiendo. Pedir por pedir no tiene levadura. Pedir algo por egoísmo no tiene levadura. Pedir algo contra tu prójimo, ni se menciona.
Pedir algo sólo para ti dependerá mucho de lo que pidas. Si lo que pides es indirectamente bueno para el Todo, pondremos más de nuestra energía en ello, si no, no. Así que aprende a utilizar nuestros regalos. No pienses que te damos regalos para hacerte la vida más fácil. Cada regalo que damos es para amplificar lo que estás creando; lo que estás co-creando; lo que estás deseando.
No uses nuestros regalos como… “Oh, voy a pedir y… la energía lo hará por sí misma”, porque no hará nada. No somos recaderos. No somos tus empleados. Somos seres que amplifican tu energía. No damos nada a cambio de nada. Siempre damos, pero tiene que haber al menos tu energía, tu voluntad, tu corazón.
Traducción: Ana Maria Souza
Revisión: Regiane Maria Bugalho