¡Queridos hijos e hijas del planeta Tierra! ¡SOY SANANDA!
Cada vez que vengo a ustedes, mi corazón explota de alegría y Luz. Porque es otra oportunidad de estar muy cerca o, como me gustaría, dentro del corazón de cada uno de ustedes.
Hoy quiero traeros un experimento interesante. Te traeré un lago. Te sentarás junto a este lago. Este lago está situado en un lugar muy alto. A lo lejos, solo ves montañas. Estás sentado tranquilamente, serenamente, a la orilla de este lago. Observas las olas que chapotean a tus pies, y son mínimas, casi inexistentes. Sólo responden a la suave brisa que sopla por este lugar. Y ahí estás tú, sentado a la orilla del lago.
¿Qué te viene a la mente? Preocupaciones, problemas, ansiedades, miedos. ¿Qué está contaminando tu mente en este momento? Cierra los ojos y pregúntate: ¿Por qué estás en un lugar tan maravilloso y piensas tantas cosas malas? Estás en un lugar de paz, de Amor, de equilibrio en la naturaleza. Estás sentado en el cuerpo de Gaia. ¿Por qué tantos malos pensamientos?
Quizá la respuesta no llegue. Quizá no quieras oír la respuesta. O quizá no estés pensando en nada. Tal vez estés observando el paisaje. Muchos pueden tener buenos pensamientos, estar agradecidos por estar allí, maravillarse ante la belleza del lugar. Algunos incluso juegan a tirar piedras al lago. Otros pueden tocar el agua con la punta de los dedos y ver cómo se mueve. Como ves, hay muchas posibilidades.
Cada uno de ustedes es un ser diferente. Así que cada uno de ustedes reaccionaría a ese lugar de forma diferente. Ninguno sería idéntico al otro. Ninguno pensaría igual que el otro. Entonces, ¿por qué os he traído esta imagen? Para deciros a cada uno de ustedes que sois únicos; que cada uno tiene su fuerza, su fe, su equilibrio y, sobre todo, su camino. Y no menos importante, que sois un alma diferente.
Así que, en estos tiempos difíciles que se avecinan, no intentes vivir en el momento de la otra persona. No intentes ser la otra persona. No intentéis sufrir lo que el otro está sufriendo. Cada uno de ustedes ha acumulado redenciones que tendrá que hacer incluso antes de la ascensión. Situaciones, lecciones aprendidas, experiencias que tendrán que ser limpiadas. Pero estos puntos son tuyos.
A tu ego le gustaría que alguien se responsabilizara de tus errores, ¿verdad? Te gusta eso; culpar a la otra persona de algo que tú hiciste. Pero no hay manera. Ahora mismo, no. Ahora mismo, cada uno es responsable de todo lo que ha hecho. Y las energías están volviendo, para ser limpiadas, para ser transmutadas. No hay manera de transferir nada a nadie. Depende de ti tratar y vivir cada uno.
¿Y entonces te pregunto? Ya tienes esta inmensa carga de cosas con las que lidiar y vivir. ¿Aceptarías la carga de tener que cuidar también de otra persona? Sé sincero. No se trata de ser amable. Ya estás lleno de problemas de los que ocuparte. ¿Quieres que venga alguien y te eche encima más problemas que no son tuyos? Sabiamente hablando, dirás que no, que los tuyos son suficientes. Entonces, ¿cómo quieres descargar lo que es tuyo en otra persona? ¿Tú puedes echárselo a la otra persona, pero la otra persona no puede echárselo a ti? Es una forma interesante de verlo.
Así que, hijos e hijas míos, lo que traigo hoy aquí es la conciencia de lo solos que estaréis a partir de ahora. Solos en el sentido de que cada uno de ustedes debe vivir lo que está destinado a ser vivido; vivir lo que es tuyo. Limpiad tu propio desorden. Olvidaos de los demás. El camino de los demás les pertenece ca ellos, no a ti. No importa cuánto amor tengas. Comprende que tienes que cuidar de ti mismo. Puede que ni siquiera seas capaz de cuidar de lo que es tuyo. ¿Cómo puedes seguir queriendo cargar con lo de los demás?
Hijos e hijas míos, tenéis que sentaros en ese lago y dejar allí todo lo que ya no os sirve, todo lo que ya no importa. Porque todo cambiará. Nada permanecerá como está. Entonces, ¿Por qué aferrarse a lo que será destruido, a lo que será cambiado?
Haz este ejercicio. Párate junto a un lago de aguas claras, límpidas y muy serenas. Y pídele a la Madre Naturaleza, a la Madre Gaia, que te ayude a ver todo lo que tienes que dejar allí, dejar atrás, deshacerte de ello. Y ciertamente ella te ayudará.
Un punto importante en este proceso es no preocuparse por las personas dependientes; las que dependen de ti. Cada uno tiene su propia historia. Cada uno vino a vivir lo que necesitaba vivir. Así que no asumirás nada por ellos. Todos serán atendidos, todos serán cuidados. Nadie será abandonado. Pero despréndete de todo y de todos, para sufrir lo menos posible.
Tus hijos están preparados. No necesitan tu ayuda; al contrario, te ayudarán, excepto los bebés. Pero no te preocupes por ellos; solo cuídalos y quiérelos. Y todo irá bien.
Sé tú. Es hora de sentarse en ese lago. A solas. Dejando que todo salga, para poder afrontarlo. Y no pensar en nada más. Y, sobre todo, pensar solo en ti mismo. Porque la gran lección será esta: cada uno con su carga, cada uno con su camino, cada uno con sus elecciones.
Traducción: Kelly Neri
Revisión: Ana Maria Souza