¡Queridos hijos e hijas del planeta Tierra! ¡YO SOY SANANDA!
Una vez más, mi corazón siempre se llena de alegría cuando puedo estar aquí dirigiéndome a todos ustedes
No hay nada que temer. Cualquiera cuyo corazón esté inmerso en la Luz sabe que cada sufrimiento, cada momento de reflexión, cada problema aparente, es una indicación de que estáis en el camino. Que hay algo ahí que cambiar, revisar, comprender y liberar.
Lo diré otra vez: no sufras el sufrimiento de los demás. Sí, puedes ser un hombro en el que apoyarse, puedes ser un regazo, puedes ser el que mira con amor y escucha lo que haya que decir. Y en ese momento en que estás escuchando, llénate de Luz, para que el ser que está a tu lado absorba tu Luz; se sienta acogido; se sienta apreciado.
No digas ni una palabra. Tu mirada, tu silenciosa emanación de Luz, será suficiente para que ese ser se dé cuenta de que allí ha encontrado un refugio seguro, ha encontrado un amigo, alguien con quien desahogarse. Pero incluso si insisten en preguntarte: «¿Qué hago, qué haré? ¿Cómo puedo resolver mi problema?», tú solo dirás: “Escucha a tu corazón”.
Llevamos mucho tiempo repitiendo esta frase. Y muchos siguen sin entenderla del todo. Porque no la entienden. ¿Por qué escuchar al corazón si es la mente la que lo dirige todo? Y puedo asegurarles que el corazón es el hogar del amor. Es el hogar de la solidaridad, de la amistad, de todos esos sentimientos que puedes emanar hacia los demás de forma positiva.
Nunca uses la mente. Siempre es el corazón. Es el corazón el que tiene la capacidad de emanar buenos fluidos, buenas energías. Ya se ha dicho aquí, pero siempre, siempre vale la pena repetirlo: Escuchar al corazón significa sentarse dentro de él. Crea una pequeña habitación; una cueva; lo que sea, pero que sea solo tuya. No la compartas con nadie. Es tuya. Es tu rincón. Es tu refugio.
Pon en él todo lo que te aporte, paz y confianza. Y cuando quieras escuchar a tu corazón, ve a este refugio. Mírate sentado en él. Este es el primer paso. No es tan difícil. Puedes imaginar muchas cosas. Así que imagina este pequeño rincón, dentro de tu corazón. Y luego, cuando te sientas cómodo, totalmente insertado en esa habitación, en ese lugar, empieza a pensar en lo que quieres saber.
Imagina que allí, en esa habitación, hay alguien superior; hay alguien que te ama más que a nada; tu Presencia Divina. Así que pon siempre dos sillas: una para ti y otra para ella. Y mírala sentada allí; a tu lado, frente a ti, no importa. ¿Qué aspecto tiene? Como tú mismo. Mírala como tu espejo, o puedes crearla como quieras. Una anciana, una santa, no importa. Es importante que la crees. Y cuando estéis juntos, habla con ella; hazle tus preguntas, tus dudas, tus problemas. Y estate abierto a las respuestas.
Suelo decir que a menudo oyes la respuesta, pero no es la que quieres oír. Así que la dejas a un lado. La interpretas como algo de la mente. En este caso, estás totalmente bajo el dominio del ego, que es quien manda. Todo tiene que ser como él quiere que sea. O podríamos decir que todo tiene que ser como tú quieres que sea, no como debería ser.
Así que este es un ejercicio diario. Acércate a tu Presencia Divina. “Ah, pero hay una manera correcta de llamar a la Presencia Divina”. No. No hay fórmula, ni receta, ni flujo correcto. Depende de ti creer que está ahí; que es capaz de protegerte y aconsejarte.
No crees obstáculos. “Oh, necesito hacer el ritual “a”, luego el ritual “b”, luego hacer esto, hacer aquello para estar en la Presencia Divina”. Tienes que creer que estás con tu Presencia Divina. Y en el momento en que la veas sentada frente a ti, no importa lo que parezca, estará allí. Y podrás tener toda la guía y las advertencias importantes que te puede dar.
Pero ahora mismo, apaga tu mente. Para que puedas absorber lo que se dice. No importa si lo crees. Solo absórbelo. Y cuando hayas terminado todo el proceso, escríbelo. Escríbelo en algún sitio. Incluso si parece totalmente descabellado. Incluso si parece que te has vuelto loco. Escríbelo. Y sigue escribiendo. Y con el tiempo, verás que mucho de lo que estaba escrito allí empezará a resolverse, empezará a suceder y empezarás a darte cuenta de que no era tan descabellado. Era algo que venía de arriba, de tu Presencia Divina.
Y un punto más importante: Cuando llamas a tu Presencia Divina para que esté contigo en ese lugar, en tu corazón, no está lejos y necesitarás tomar varios medios de transporte para llegar a ella. Está en ti. Por eso, cuando pienses: “¡Mi Presencia Divina, ven aquí conmigo ahora!”. Inmediatamente estará. Porque está en ti; no está fuera.
¿Dejemos de poner obstáculos en el camino? Dejemos de poner obstáculos para alcanzar la Presencia Divina. Tu mayor problema es creer todo esto. Es creer que este lugar existe, que puede ser creado y materializado dentro de ti. Te sientes avergonzado de estar tan loco, viviendo un proceso así.
“Crear algo dentro de mi corazón. Qué cosa tan inútil”. Mientras pienses con la mente y el ego reparta las cartas, no te acercarás a tu Presencia Divina. Vuelve a ser un niño. Los niños creen todo lo que leen. Todo lo que se les dice. No les importa si es cuestionado o no por su sociedad o por los que les rodean. Así que vuelve a ser un niño. Sueña, imagina, piensa. Pero haz algo. Deja de boicotearte. Deja de pensar que todo esto es una locura.
Así que te diría: ¡Embárcate en esta locura! Sé loco. Crea tu propio rincón en tu corazón. Llama a tu Presencia Divina, habla con ella. Y te garantizo que te sorprenderá lo que puedes crear. Inténtalo. Nadie necesita saberlo. No necesitas contárselo a nadie. Porque siempre habrá alguien que dirá: “¡Oh, te has vuelto loco!”.
¿Por qué comentar? Es lo tuyo, es tu momento. No tienes que comentarlo. No tienes que explicarlo. Y si la primera vez que lo intentas no funciona, sigue siendo el ego trabajando. Porque pierde fuerza cuando conectas con la Presencia Divina. Así que insiste, repítelo una, dos, tres, cuatro, miles de veces. Pero no te rindas.
Este es el camino de la evolución. Este es el camino para tu viaje. Estar en la Presencia Divina. Y te digo, cuando sepas cómo hacer esto, tu corazón se llenará de tanta alegría, de tanto amor, que a menudo irás allí, a tu corazón, y te quedarás allí durante horas y horas y horas; simplemente disfrutando de esa energía, de esa atmósfera, de ese espacio de amor puro.
Traducción: Kelly Neri
Revisión:Regiani M. Bugalho