Esta meditación tú la deberás hacer sentado.
Siéntate confortablemente y respira profundamente algunas veces.
Imagina que tú estás sentado en un lugar que te traiga mucha alegría. No importa que sitio sea ese.
Siente alegría en tu corazón por estar sentado en ese lugar.
Tú podrás estar parado, sentado directamente al suelo, acostado en aquel lugar.
No importa la posición en que tú estarás.
Importa que tu corazón esté derrochando mucha alegría, una alegría de niños, una alegría de niños que corren sin límites, sin preocupaciones con el peligro… siendo feliz, no más.
Mira alrededor tuyo y ve el ambiente donde tú estas.
Pon en este ambiente todo lo que tú quieras, desde que a cada novo objeto o cosa, tu corazón se vuelva cada vez más alegre, cada vez más radiante.
Mira profundamente hacia este lugar.
Siente tu corazón extremadamente feliz.
Ahora, cierra tus ojos; en aquel sitio y en tu mundo también.
Yo estoy delante de ti, pongo mis manos sobre tu cabeza.
Siente mi energía recorriendo tu cuerpo.
En este momento, tú te prepararás para recibir algo. O no… no hay diferencia. Si no ves o no oyes nada, sepas que tu alma ya se ha mostrado para mí y ya sabe exactamente la acción que iremos a tratar.
Tú te quedarás en esta posición por 2 minutos.
No importa lo que has visto o sentido, la acción estará siendo tratada.
Sí, tuviste la consciencia, apenas trae para tu mundo la correspondencia de la lección que tú tienes que aprender.
Caso contrario, ponte reflexivo observando a tu marcha y viendo exactamente hasta dónde has llegado.
Te quedarás en este proceso por 5 minutos.
Ahora, sencillamente abre tus ojos en aquel lugar.
Yo, no estoy más adelante de ti, pero te dejé un regalo.
Mira adelante de ti y verás algo.
¡Todos van a ver, porque! ¡Yo haré con que vean!
Este regalo se quedará contigo para siempre.
Es como si fuese un pequeño talismán que tú podrás pensarlo y tenerlo en sus manos en un momento de desequilibrio de tu cuerpo.
Al imaginar que este pequeño talismán está en tus manos, inmediatamente yo estaré contigo y voy a equilibrar todo tu cuerpo.
No hay como no verlo.
Caso tú no lo tengas visto, repita la meditación hasta que tú lo veas.
Ahora, respira profundamente y vuelve a sentir en tu corazón aquella alegría que sentías allá en el inicio.
No te olvides de cargar tu talismán, y siempre, siempre que lo necesites, úsalo con mucho amor.
Respira profundamente y a cada respiración vayas tomando la consciencia del sitio donde estás en tu mundo físico.
Y guarda a aquel talismán en tu corazón y siempre que necesites basta que lo cojas y ponlo entre tus manos.