¡Queridos hermanos del planeta Tierra! ¡SOY KUTHUMI!
No os desaniméis, hermanos míos. No os rindáis ante las dificultades. Todo parecerá cada vez más difícil. Cada vez más complejo de cumplir. Estamos en la recta final, ¿recordáis?
Son siglos, y para algunos incluso milenios, en este planeta. Siglos y milenios en los que muchas acciones no seguían el camino de la Luz, el camino del Amor. Por eso les está resultando tan difícil adaptarse a lo que es necesario para la evolución.
Son costumbres, hábitos, manías, vicios, como quieran llamarlos; y son muchos. Pero, ¿cuál es el más importante, hermanos míos? Es emanar Amor, en cualquier situación, hacia cualquier ser. No estoy diciendo con esto que olviden todo lo demás y se centren solo en el Amor. Lamentablemente, no puedo decir eso. Pero sí puedo afirmar que mirar todo con Amor, vivir dentro de los conceptos del Amor, amarse a sí mismos por encima de todas las cosas, mantener el respeto, les da una gran ventaja; como si se saltaran algunos lugares en una fila, fueran llamados para avanzar más. Aun así es necesario, hermanos míos, que se haga el conjunto.
Les hemos pedido que se desprendan. Puedo afirmar que este es el mayor desafío. Es el desprendimiento de las cosas materiales. Es el desprendimiento de las personas. Es el desprendimiento de los hábitos. Crear nuevos hábitos nunca ha sido fácil. Se necesita insistencia y mucha voluntad. Pero ustedes pueden lograrlo.
Por eso, quiero dejar aquí un mensaje de esperanza. Ustedes pueden hacerlo. Poco a poco. No todo de una vez. No intenten cambiarlo todo de golpe. Puede que lo consigan, durante un tiempo. Pero luego, como suelen decir, caerán en la tentación. Es ese trago fatídico, para quien es alcohólico y lleva mucho tiempo sin beber.
Entonces, se necesita compromiso. Se necesita conciencia. Pero, sobre todo, se necesita voluntad. Y simplemente hay que empezar. Empezar el cambio, poco a poco. No puede ser intenso, violento; no funcionará. El cambio tiene que ser gradual. Para que tú mismo, poco a poco, vayas aceptando los nuevos caminos. Tu cerebro vaya aceptando los nuevos hábitos, las nuevas costumbres.
Nada es hierro y fuego. Se necesita ligereza. Todo cambio debe ser ligero. No puede ser abrupto ni forzado. Y un punto importante: cuando cambias, indirectamente cambias a quienes te rodean. No totalmente. Porque algunas de tus actitudes no son aceptadas por quienes te rodean. Pero entonces el camino a seguir es tuyo. La elección es tuya. No exijas que quienes te rodean sigan el mismo camino.
Cada uno tiene su propio camino. Pero tú te conviertes en un maestro, y las personas observarán tu cambio y querrán lo mismo para ellas. Entonces, indirectamente, tú también las cambiarás. Todos están conectados. Lo que uno hace, repercute en el Todo.
Pero es necesario, hermanos míos, el cambio. Y cada vez se les exigirá más. Hasta que llegue el momento en que ya no sea una propuesta, sino una determinación. Porque es como si, a partir de cierto punto, ya tuvieran que haber cambiado. Ya no se podrá permitir lo que no es adecuado.
Pero, por ahora, pueden ir despacio. Aunque yo diría que no despacio como un animal que se arrastra, sino despacio como un animal que camina a velocidad normal. El cambio nunca es fácil, pero en este momento es necesario. Y se les exigirá que lo hagan un poco más adelante.
Para el Código de Luz de hoy, dejo las siguientes frases:
“Yo cambio todo lo que me rodea.
Yo cambio por mí mismo.
Pero para que estos cambios se produzcan,
Necesito creer en cada una de ellos.”
Después de estas frases, diga la siguiente palabra:
¡Pratôclitum! ¡Pratôclitum! ¡Pratôclitum!
Recuerden, hermanos míos: al despertarse por la mañana, invoquen la Presencia Divina de cada uno de ustedes y pídale:
«Ayúdame a hacer los cambios necesarios para mi evolución».
Y esperen. Se sorprenderán de lo que serán capaces de hacer.
Traducción: Regiani Maria Bugalho
Revisión: Ana Maria Souza


