¡Queridos hijos e hijas del planeta Tierra! ¡SOY SANANDA!
Es con gran alegría y con mi corazón en celebración que puedo estar aquí una vez más. Qué gran paseo, qué gran viaje has hecho hasta aquí. Que cada paso dado, cada cadena rota, cada lazo disuelto, cada perdón, cada petición de perdón haya sido un quántum más de energía de Luz en el viaje de cada uno de ustedes.
La caminada no ha sido fácil para algunos, ha sido moderada para otros y ha sido extremadamente ligera para otros. ¿Dónde encaja usted?
Si tu caminar es ligero, agradece, agradece mucho el caminar de tu alma, porque te ha traído esta ligereza, te ha traído buenas elecciones, buenas ideas, buenas acciones, que te han traído hasta este momento, para que camines por un camino florido, soleado, con muchos puntos de descanso a lo largo del camino y un camino sumamente atractivo para caminar hacia adelante. Da muchas gracias a tu alma. No, pero tampoco te olvides de darte las gracias a ti mismo; porque en este momento tu conciencia humana también te ha influido, te ha traído a este punto. Así que yo diría que son dos niños extremadamente simpáticos, extremadamente felices y alegres, caminando juntos por un camino lleno de juguetes, lleno de dulces, lleno de cosas aptas para niños. Trayendo mucha alegría y mucha paz en tu corazón.
Para ti, que estás en un camino moderado, donde a veces estás subiendo una montaña muy difícil de escalar, y a veces estás bajando a una velocidad absurda; te lastimas, te revuelcas, algunas heridas en tu corazón, en tu alma, en tu mente. Pero cuando dejas de caer, te sientas, miras todos los moratones, curas las heridas, aprendes que ese camino tiene que ser recorrido con más cuidado; te levantas y sigues caminando.
Más adelante vuelve a aparecer una montaña similar a la anterior, pero ya has aprendido la lección, sabes dónde pisar y subes más rápido cuando ves que vas a bajar. Ah, has aprendido, ya no rodarás, ya no resbalarás, ya no caerás, y parece que como en un truco de magia, esa bajada se convierte casi en una línea recta y llegas al otro lado, miras atrás y dices: “¡Esta he ganado, he aprendido!”
Y su camino continúa, a menudo florido, soleado, hasta que vuelve a aparecer otra montaña. Otro obstáculo a superar. Pero con cada montaña que subes y bajas, te haces daño, te levantas; te vuelves más fuerte, más sabio, listo para las próximas montañas que vengan. Y cada una que aparece ya no te quejas, sabes que son necesarias, porque cada una tiene una lección, cada una tiene un mensaje importante en tu vida. Y miras hacia atrás y estás sumamente agradecido a tu alma, porque te ha dado la sabiduría para mirar cada obstáculo y saber cómo superarlo. Tú también, como conciencia humana, has recorrido un buen camino, y sabes atravesar cada obstáculo con mucha luz y fuerza. Y así, continúa su jornada.
Para los que el camino es muy difícil, donde la montaña es inmensa, y a menudo, se sube y se llega casi a la cima, se resbala de nuevo y las heridas son muy profundas. Os preguntáis: “¿Por qué sufro tanto, por qué no puedo superar mis propios sufrimientos?”. Hay muchas razones, pero la mayor es no aceptar que todo este sufrimiento que hay, fue creado por ti mismo. Mientras culpes al otro, culpes a la vida de tus propios problemas, es como si por arte de magia esa montaña, ese obstáculo se hiciera cada vez más grande. Como el ego sigue siendo demasiado fuerte en ti, no te permite admitir que has cometido un error.
Así que haz un pequeño experimento: Admite que ese gran obstáculo que tienes delante lo has creado tú. Admítelo. Y verás, como por arte de magia, que parece disminuir. No, esto no es una impresión, realmente disminuye y se convierte en algo posible de superar. Esto es lo que le ocurre a la mayoría de ustedes. Experimentas el sufrimiento y no sabes cómo salir de él. No tienes éxito y aceptas el sufrimiento como parte del viaje, porque es inaceptable que admitas que te has equivocado. Así que, mientras esto no ocurra, este sufrimiento seguirá ahí en tu camino, pensando que con ellos estás pagando todo lo que ya has hecho.
No, no estás pagando nada, sólo estás cosechando la energía que sembraste allí. Y como le das total importancia, lo alimentas, te gusta verlo crecer, y eso es lo que hará, crecerá más y más, hasta que este sufrimiento se vuelva insoportable. Entonces puede ser que en algún momento recapacites y decidas admitir que te has equivocado, decidas mirar esa inmensa montaña y preguntarle: “¿Qué quieres decirme? ¿Qué tengo que aprender?” Y con el corazón abierto, te responderá, si no, tampoco. Y puedes iniciar el camino para superar ese obstáculo. Y si el corazón está preparado, lo conseguirás.
Así que cada uno de ustedes encaja en un punto de esta historia. Ahora bien, ¿Qué es lo que se avecina? Te hemos dado todas las enseñanzas para que tengas el valor de superar los obstáculos. Hemos hecho todo lo posible para que tengas el valor de soltar el ego. Así que ahora viene la parte difícil del viaje, la parte de la liberación total de todo, donde sus corazones necesitarán romper los apegos. No se trata de explicar aquí y ahora lo que está por venir. Pero es importante que entendáis que cada uno de vosotros tiene una conexión con cada antepasado, con cada amigo, con cada persona que ha pasado por vuestra vida; en esta vida y en todas las demás.
¿Qué lleváis ahí detrás? ¿Es ligero? No, no lo es. Puedo decir que hay vínculos positivos, pero también los hay que no son tan positivos. Pero hay que romperlas todas, para que el caminar se convierta en el primer ejemplo que di: Ligero, alegre, el caminar de un niño. Algunos elegirán no seguir porque tendrán miedo. ¿Miedo? Miedo a pensar que van a perder su amor. Es como he dicho antes; no me corresponde a mí explicar lo que está por venir. Pero solo quiero que tengas un pensamiento: El Amor Incondicional viene de ti, no a ti. Entonces, ¿Qué sentido tiene tener enlaces? ¿Por qué mantener los enlaces? Si todo lo que es necesario para el viaje de tu alma sale de tu corazón, sale de tu alma.